jueves, 18 de octubre de 2012

El oficio litúrgico de animador del canto litúrgico 1: LAS MODALIDADES DE LA ANIMACIÓN DEL CANTO LITÚRGICO




ELABORADO POR:

Carlos Augusto Arias Vidales

Licenciado en Pedagogía Reeducativa en la Fundación Universitaria Luis Amigó (Medellín)

Estudios Filosóficos en el Seminario de Cristo Sacerdote (Yarumal, Ant.)

Pastoral y Evangelización

17 de Octubre de 2012




El Animador del Canto Litúrgico es aquella persona que, en ciertos momentos clave, entona los cantos litúrgicos, de tal forma que anima a la Asamblea Litúrgica en su totalidad a participar activamente en la oración cantada, y la guía en la ejecución de los cantos.

Este oficio, a lo largo de la historia de la Liturgia de la Iglesia, ha revestido diversas formas y modalidades; en el presente texto nos centraremos en hacer una breve clasificación de las formas que ha adoptado; luego, describiremos concisamente las modalidades que están actualmente en mayor vigencia: los “Ministerios de Música”, los “coros litúrgicos” y los “solistas”; y culminaremos haciendo algunas sugerencias sobre aspectos que podrían ayudar a mejorar la prestación de este servicio. En un segundo documento que se publicará más adelante, hablaremos sobre la persona y el servicio del animador del canto litúrgico; en un tercero, trataremos las orientaciones litúrgicas sobre los cantos en la Misa; y, en un cuarto, haremos una reseña de la evolución histórica del canto litúrgico.

1. BREVE CLASIFICACIÓN DEL SERVICIO DE LA ANIMACIÓN DEL CANTO LITÚRGICO

Clasificaremos a los animadores del canto litúrgico de acuerdo con dos criterios: según su formación musical y según su composición.

1.1. Animadores del canto litúrgico según su formación musical

  • Empíricos: aquellos que no han tenido formación musical alguna.
  • Semi-profesionales: aquellos que han tenido formación musical no titulada, o que han iniciado estudios con titulación formal, pero no los terminaron, no se graduaron o los están cursando todavía.
  • Profesionales: aquellos que cursaron estudios formales en música, habiendo obtenido la respectiva titulación, y que ejercen la música ya sea como profesión principal, ya como profesión secundaria o alternativa.

1.2. Animadores del canto litúrgico según su composición

  • Conjunto musical de voces: llamado también “coro” o “coral”; suele estar conformado por sólo cantantes, aunque también los hay acompañados por alguna instrumentación.
  • Conjunto musical de instrumentos y voces: agrupación conformada por instrumentistas y cantantes; en no pocas ocasiones, los instrumentistas son los mismos cantantes.
  • Solista: persona que anima el canto litúrgico cantando ella sola a capella, o acompañada por un instrumento que ella misma interpreta.

2. MODALIDADES DE ANIMACIÓN DEL CANTO LITÚRGICO DE MAYOR VIGENCIA EN LA ACTUALIDAD

2.1. Los Ministerios de Música

Los Ministerios de Música constituyen la modalidad de más reciente aparición en la animación del canto litúrgico. Nacieron asociados a las Asambleas de Oración, a los Congresos de Sanación y Liberación, a los Conciertos Cristianos o Conciertos de fe… todas éstas, acciones pastorales promovidas por el Movimiento Católico de Renovación Carismática. Es decir, propiamente no nacieron como modalidad de animación del canto litúrgico, sino que, con su trasegar histórico, poco a poco fueron incursionando también en este oficio.

2.1.1. Características de los Ministerios de Música

Suelen ser conjuntos musicales de instrumentos y voces, en sus diversas formas, siendo las siguientes sus características más comunes:

  • Están conformados por músicos profesionales, semi-profesionales y/o empíricos; aunque lo usual es que, una vez conformado el ministerio como tal, tiendan a buscar la profesionalización de todos sus miembros o, en todo caso, tiendan a decantarse por músicos profesionales.
  • Aunque el componente instrumental puede presentar cierta variedad, en nuestro medio la instrumentación básica suele constar de: un tecladista, un guitarrista (ya sea que interprete la guitarra eléctrica, la electroacústica o la acústica, aunque la más común es la primera), y un baterista.
  • Muchos ministerios de música están especializados en interpretar un género musical específico (Pop, Tropical, Andina, etc.), en función de lo cual va a variar la instrumentación básica reseñada anteriormente. Sin embargo, la mayoría suele cultivar diversidad de géneros.
  • El componente vocal puede ser interpretado por los mismos instrumentistas o por cantantes destinados exclusivamente a ello; también es posible que sea interpretado tanto por instrumentistas como por vocalistas, en cuyo caso las combinaciones comunes son dos: 1), los músicos vocales son las voces principales y los instrumentistas son los coristas; o, 2), por el contrario, los instrumentistas (o sólo uno de ellos) son las voces principales y los músicos vocales hacen los coros.
  • La interpretación vocal puede obedecer a una de las formas clásicas: interpretación por un solista, interpretación a una sola voz por el conjunto de voces, interpretación a dos voces corales; interpretación alternando el canto de las estrofas por el solista, y el canto del estribillo por el coro; interpretación en canon… aunque ésta no es propia de los géneros contemporáneos, sino del Canto Polifónico.
  • La elección de una forma u otra puede obedecer a la estructura interna de la letra, a efectos artísticos que se desee explotar, o a emociones específicas que se quieran generar en el pueblo. Sin embargo, es usual, sobre todo en los ministerios semi-profesionales y en los empíricos, que se opte por hacer sus interpretaciones siguiendo solamente una o dos de estas formas, siendo las más habituales el canto a una sola voz (ya sea solista o coral), o alternando las estrofas (solista) con el estribillo (coro).

2.1.2. Luces y sombras de los Ministerios de Música

2.1.2.1. Luces

  • Cuando su servicio, además de en las celebraciones litúrgicas y en las Asambleas de Oración, se aprovecha en Congresos de Sanación y Liberación, en Conciertos de Fe; en convivencias, retiros y celebraciones paralitúrgicas; en encuentros de parejas, en Vigilias de Adoración y Alabanza, así como en la grabación y difusión de su música, entre otras posibilidades, se convierten en un instrumento de evangelización y revitalización de la vida espiritual bastante poderoso y efectivo.
  • Cuando toman un auténtico aprecio por la Liturgia de la Iglesia, alimentándose de las enseñanzas del Magisterio eclesial sobre el tema y de las indicaciones de los libros litúrgicos acerca del canto en las celebraciones, de modo que llegan a comprender, valorar y seguir (con la obediencia de la fe) las orientaciones y las rúbricas litúrgicas, son un gran soporte en la renovación y promoción de la legítima Liturgia de la Iglesia en la vida de las comunidades.
  • Cuando se abren generosamente a compartir los carismas con que el Espíritu Santo los ha enriquecido, se convierten en una rica semilla que da origen a otras modalidades de animación del canto litúrgico (como el coro infantil, el coro juvenil, el coro de adultos), y que le brindan apoyo formativo a los solistas empíricos que, en muchas parroquias, prestan su servicio entre semana.
  • Cuando comprenden y respetan el sentido genuino y auténtico que cada canto tiene dentro de la celebración litúrgica, se convierten en un verdadero apoyo para generar y sostener la atmósfera espiritual que cada momento celebrativo requiere.
  • Cuando toman clara consciencia del lugar y el papel que auténticamente les corresponde en las celebraciones litúrgicas, logran convertirse en verdaderos animadores que motivan y movilizan a la Asamblea litúrgica a unirse activa y entusiastamente a la oración cantada.
  • Sobre todo en las ciudades, la proliferación y popularidad de los ministerios de música se ha convertido, en una gran oportunidad para el intercambio de experiencias, manifestaciones y creaciones, no sólo en el ámbito netamente musical, sino también en el litúrgico, el espiritual y el pastoral, que enriquecen enormemente la comunión interparroquial, a causa de la posibilidad de que las parroquias “intercambien” de vez en cuando los servicios de sus ministerios de música con los de otras parroquias.
  • El incremento progresivo de ministerios de música profesionales, aunado a la consciencia que crecientemente han ido tomando éstos del papel evangelizador de la música de temática espiritual y religiosa, ha generado un estallido de composición y divulgación de nuevos temas, que ha enriquecido, tal vez más que en ninguna época anterior, el repertorio de música espiritual y litúrgica de la Iglesia, y ha influido incluso en la cultura de la sociedad hasta el punto de que se hace cada vez más común que emisoras de radio comerciales incluyan en su repertorio canciones religiosas.

2.1.2.2. Sombras

  • Muy especialmente en los ministerios semi-profesionales y en los empíricos, se presenta a veces cierta disparidad entre sus miembros (ya sea por la diferencia de dotes naturales, ya sea por la diferencia de formación) y esto, en no pocos casos, puede llevar a que el más aventajado busque, consciente o inconscientemente, dominar a los demás, o sobresalir más que ellos.
  • A veces, estos ministerios se cierran sobre sí mismos, de forma que no aceptan otras personas que están interesadas en ingresar a ellos; o ponen trabas a su admisión; o las aceptan pero, consciente o inconscientemente, las sabotean, de forma que terminan por desanimarlas y llevarlas a salirse.
  • En muchas ocasiones, el deseo de atraer a más personas a participar en las celebraciones litúrgicas, los hace enfocarse mucho en la “llamatividad” de las canciones y de los arreglos musicales, convirtiendo así su servicio litúrgico en una especie de “show” dentro de la celebración.
  • Lo anterior los lleva, en no pocos casos, a escoger arreglos musicales en los que se luzca su virtuosismo (ya sea en la interpretación vocal, en la instrumental o en ambas), y que, por ello, están muy por encima de la capacidad interpretativa de los fieles.
  • También puede suceder que le den demasiada importancia a la variedad y a la novedad de las canciones en cada Misa o en cada Domingo, lo cual conlleva que terminan escogiendo con mucha frecuencia cantos o arreglos musicales que son desconocidos, o conocidos insuficientemente, por el común de los fieles.
  • Los tres puntos anteriores desembocan en que, generalmente sin quererlo, acaban marginando a los fieles de la participación cantada.
  • Así mismo, tal deseo de atraer a más fieles los lleva, en no pocas ocasiones, a desconocer algunas de las normas litúrgicas referentes al canto litúrgico, aduciendo “razones pastorales”, con lo cual menoscaban el carácter comunional y universal de la Liturgia de la Iglesia.
  • Es muy común, sobre todo en los ministerios semi-profesionales y en los empíricos, que realcen mucho la instrumentalización, de forma que el fragor de los instrumentos ahoga las voces de los cantantes hasta el punto de hacerlas incomprensibles o hasta inaudibles.
  • En muchas parroquias no se tiene una distribución y asignación clara y/o adecuada de ciertos implementos de amplificación del sonido (en particular, los micrófonos) y de otros implementos auxiliares (como los soportes de los micrófonos y los atriles) que son requeridos tanto por los animadores del canto litúrgico como por otros oficios litúrgicos (lectores, comentaristas y maestros de ceremonia, principalmente), de forma que en no pocas ocasiones se presentan situaciones que entorpecen el adecuado flujo y desarrollo de la ceremonia, generando la sensación de falta de preparación, de descoordinación y/o de desorden, con lo cual se desdibuja la sobriedad, la solemnidad y la esteticidad que debe tener una ceremonia litúrgica.
  • Así mismo, en muchas parroquias no se cuenta con un sitio apropiado para ubicar al ministerio de música, o se cuenta con él, pero no se le organiza en forma adecuada, de suerte que muchas veces la disposición del ministerio de música se convierte en un factor entorpecedor para otros oficios litúrgicos; o, por el contrario, son otros oficios los que, de algún modo, entorpecen el desempeño del ministerio de música.
  • Por otra parte, la falta de una adecuada ubicación de las consolas de sonido (que obliga a hacer un tiraje de cables y extensiones desde un sitio lejano o de difícil acceso para los músicos), así como la inadecuación del espacio (que dificulta que los músicos, junto con los implementos e instrumentos que requieren, puedan organizarse de manera conveniente), puede llegar a afectar el adecuado desempeño de los músicos, además de que genera una sensación visual de desorden que, igualmente, afea la esteticidad y la sobriedad de la celebración.
  • Es frecuente que, en muchas parroquias, como una forma de conseguir la estabilidad y continuidad de la prestación del servicio por parte del ministerio de música, se le dé a éste un aporte monetario (si es que no un salario con base en un contrato). Esto, en sí mismo, está bien, y es justo. Sin embargo, no faltan los ministerios que, a partir de esto, poco a poco vayan perdiendo el carisma “ministerial”, y vayan convirtiendo su oficio en un simple “negocio”.
  • A veces presentan una actitud sectarista, en el sentido de que ponderan de forma intransigente las enseñanzas de la Renovación Carismática, que en algunos puntos van por caminos distintos a los señalados por las enseñanzas de la Iglesia Universal. Esto es particularmente notorio en asuntos litúrgicos.
  • Debido a lo dicho inmediatamente antes, en las parroquias que son regidas por un párroco que no es de la Renovación Carismática, suelen presentarse muchos conflictos y dificultades entre él y el ministerio de música a la hora de coordinar la prestación de este servicio litúrgico.

2.2. Los Coros Litúrgicos

Los Coros Litúrgicos son la modalidad más tradicional, apreciada y apropiada para la animación del canto litúrgico, sobre todo en sus formas de “Coro monódico” y de “Coro Polifónico”. Los coros monódicos, que interpretan “canto llano” o “canto gregoriano” son más propios de los monasterios (tanto masculinos como femeninos), por ello, no nos ocuparemos de ellos acá, sino que hablaremos de los coros polifónicos y de los que denominaremos coros “populares” (más adelante se verá el por qué de esta denominación).


2.2.1. Los Coros Polifónicos

Los coros Polifónicos suelen estar compuestos por distintos tipos de voces, agrupadas por cuerdas. Cada cuerda agrupa a las voces que poseen una misma tesitura, es decir, un mismo registro de voz. Siguiendo el Sistema Internacional de Índice Acústico, las voces se clasifican así:

a) Voces femeninas e infantiles:

  • Soprano: es la más aguda y común; su registro oscila entre Do4 y Do6. Suele ser la que soporta la melodía principal.
  • Mezzo-soprano: es el registro medio, oscilando entre La3 y La5.
  • Contralto: es el registro más grave, que oscila entre Sol3 y Fa5.

b) Voces masculinas:

  • Tenor: es la más aguda, cuyo registro va de Re3 a La4.
  • Barítono: es el registro medio, oscilante entre Sol2 y Mi4.
  • Bajo: es la más grave y menos común; su registro va de Mi2 a Mi4.

La Figura 1 nos muestra la correspondencia del registro de cada voz en el teclado del piano:

Figura 1

La composición básica de los coros polifónicos es de cuatro cuerdas: Sopranos, Contraltos, Tenores y Bajos; pero, obviamente, se puede dar cierta variedad de composiciones de acuerdo a distintos modos de conjugar las seis voces. No es infrecuente la conformación de coros con sólo voces masculinas o con sólo voces femeninas, además de los coros infantiles, que han sido muy apreciados en la Iglesia pues le confieren un aire “angelical” a sus interpretaciones.


La disposición de los coros polifónicos varía de acuerdo con el espacio donde se ubiquen y la acústica del templo, así como del número de integrantes de cada voz. Pero su disposición habitual es la llamada “disposición en escala” (ver la Figura 2), en la cual las cuerdas se organizan desde las voces más graves (en la parte de atrás) hasta las más agudas (al frente). Cuando están acompañados por una orquesta sinfónica, esta disposición es paralela a la de los instrumentos, lo cual permite un fácil reconocimiento visual por parte del director.

Figura 2

La cantidad de integrantes de cada voz está dada por la potencia y el número de armónicos de las mismas. El número más reducido es el de los bajos, que son los más potentes y armónicos, constituyendo junto con los tenores el 18-22%; les siguen las contraltos, en una proporción del 25-28%; y las más numerosas son las sopranos, con un 32-35% del total de integrantes del coro.

De acuerdo a lo visto sobre los coros polifónicos, es obvio que no es el tipo de coro que se pueda encontrar en una parroquia; son más propios de las grandes y antiquísimas catedrales. De todos modos, no es deseable conformar estos coros en las parroquias, por tres razones: 1), porque requieren recursos económicos de los cuales la gran mayoría de ellas no disponen; 2), porque en muchas partes es difícil encontrar cantantes con los requerimientos vocales y formativos para conformar un coro polifónico; y 3) porque sus interpretaciones suelen estar muy alejadas de las capacidades del pueblo, de forma que éste se vería marginado de la participación en la oración cantada. Sin embargo, sí sería deseable que, por país, existiera al menos uno o dos coros polifónicos que tuvieran como misión especial conservar y difundir el patrimonio musical del canto polifónico y monódico de la Iglesia.

2.2.2. Los coros populares

Es más fácil, aunque lamentablemente cada vez menos habitual, encontrar en las parroquias coros más modestos y sencillos que los polifónicos, y que interpretan cantos más cercanos y asequibles al pueblo, compuestos generalmente por cantantes empíricos y/o por semi-profesionales, ya sea cantando “a capella” o acompañados por instrumentos.

En estos coros, o bien no se hace una disposición por voces, o se hace la disposición dual de “voces masculinas” y “voces femeninas”, sin más distinción, tal y como se ejemplifica más adelante en los gráficos.

Figura 3

Estos coros tienen la gran ventaja de que sus cantantes suelen tener registros de voz más cercanos a los de la generalidad de la Asamblea Litúrgica, así como suelen interpretar canciones más conocidas por los fieles, facilitando con ello la participación de éstos en la oración cantada.

2.2.3. Características de los Coros Litúrgicos

Como se ha visto en lo dicho con anterioridad, suelen ser conjuntos musicales de voces, aunque también pueden estar acompañados de instrumentación como una forma de ayudar a sostener el canto. Las siguientes son sus características más comunes:


  • Los coros polifónicos están conformados por cantantes profesionales, mientras que los coros populares suelen estar conformados por cantantes semi-profesionales y/o empíricos.
  • Debido a que entre más aguda es una voz, posee menos potencia sonora, suelen estar conformados por más voces femeninas (e infantiles, que tienen los mismos registros que las mujeres), que por masculinas. Eso no obsta, para que se conformen coros de sólo voces masculinas, o de sólo voces femeninas, o de sólo voces infantiles.
  • Los coros polifónicos y los coros monódicos interpretan canciones que pertenecen a la clase musical denominada “música culta”; mientras que los coros “populares” interpretan canciones pertenecientes a la “música popular”.
  • En el caso de los coros que se apoyan en acompañamiento instrumental, los instrumentos acompañantes clásicos son el órgano, el armonio y la guitarra acústica (e incluso, maracas, flauta, triángulo y panderetas); aunque también es común que los coros “modernos” se hagan acompañar de otro tipo de instrumentos, como batería, saxofón, teclado electrónico, guitarra eléctrica, bajo (por citar algunos ejemplos). Además, en el caso de los coros polifónicos, es usual que sean acompañados por orquestas sinfónicas.
  • En los coros, el protagonista es la voz, y por ello su énfasis está en las cualidades y los arreglos vocales, teniendo la instrumentalización, como debe ser en la música litúrgica, una función de apoyo a la interpretación vocal.
  • La interpretación vocal puede obedecer a una de las formas clásicas: interpretación por un solista, interpretación a una sola voz por el conjunto de voces, interpretación a dos voces corales; interpretación alternando el canto de las estrofas por el solista, y el canto del estribillo por el coro; interpretación en canon.

2.2.4. Luces y sombras de los Coros Litúrgicos

2.2.4.1. Luces

  • Los coros litúrgicos tienen clara consciencia de que el “instrumento” por excelencia de la música litúrgica, es la voz humana.
  • Los coros polifónicos y los coros monódicos constituyen una reserva cultural y musical de la Iglesia, que cumplen el papel de preservar los grandes tesoros espirituales y litúrgicos que para la Iglesia constituyen el canto llano y el canto polifónico.
  • Los coros populares, a la vez que se constituyen en un valioso reservorio del canto litúrgico popular tradicional, son importantes instrumentos para la renovación del repertorio musical de las comunidades, al integrar de forma paulatina la música popular emergente.
  • Los coros populares, cuando tienen claridad de su papel en la liturgia, y no se dejan llevar por un afán de protagonismo, se constituyen en un valioso medio para promover la participación del pueblo en la oración cantada.

2.2.4.2. Sombras

  • En Latinoamérica se ha ido abandonando poco a poco el uso de coros polifónicos en la liturgia solemne de las grandes catedrales, de modo que, en la actualidad, existen pocos, al menos en comparación con Europa.
  • Del mismo modo, por diversidad de razones, los coros populares se han ido dejando de cultivar, incluso allí donde no existe la expectativa ni la posibilidad económica de conformar un ministerio de música.
  • El reducido espacio que se deja en los seminarios para la formación musical de los aspirantes al sacerdocio, de alguna forma se constituye en un obstáculo para la conformación de coros allí donde no se puede disponer de un músico profesional o semi-profesional que se encargue de ello, tarea que podría realizar un sacerdote con suficientes bases musicales.
  • En ocasiones, la falta de formación musical o de dotes naturales para el canto y, sobre todo, la falta de una adecuada orientación y dirección de los coros populares, puede hacer que sus interpretaciones no sean agradables y que, por ello, fuera de guiar y motivar la participación del pueblo en la oración cantada, la entorpezcan y la desmotiven.
  • Además de estas luces y sombras, algunas de las dichas anteriormente para los ministerios de música aplican también para los coros litúrgicos; los remitimos a que las relean para que comparen con la realidad de sus parroquias.

2.3. Los solistas litúrgicos

Son personas que animan el canto litúrgico “en solitario”, es decir, sin el apoyo ni acompañamiento de otros cantantes o instrumentistas. Habitualmente son mujeres de edad media y de la tercera edad, sin ninguna formación musical, que prestan su servicio espontáneamente, entre semana o en Domingo (cuando el ministerio de música o el coro litúrgico no puede, o allí donde éstos no existen). Se ha resaltado la palabra “espontáneamente” porque, por lo común, no conforman grupos organizados que planifiquen y distribuyan la prestación de su servicio, sino que, cuando van a una Misa, y no hay quién entone los cantos, entonces ellas lo hacen. O a veces es el mismo sacerdote, o el sacristán, quien, persuadido de que en determinada Misa no va a haber quien entone los cantos, las contacta para solicitarles su servicio.

2.3.1. Luces

  • Sobre todo las adultas mayores, suelen entonar cantos relativamente antiguos, convirtiéndose con ello en un reservorio de la tradición musical litúrgica popular de las comunidades.
  • Así mismo, debido a lo anterior, los cantos que entonan son ampliamente conocidos por la casi totalidad de los fieles de su comunidad, de modo que a estos no les es difícil seguirlas, incluso a pesar de que las animadoras del canto no tengan una voz potente o carezcan de cualidades musicales.
  • Suelen desempeñar su oficio desde una “mística” y una “espiritualidad” litúrgicas incluso bastante más sólidas y profundas que las de muchos coros y ministerios de música que han recibido “formación litúrgica”.
  • Son un recurso litúrgico y pastoral muy valioso que se debe saber valorar, promover y apoyar incluso allí donde exista ministerio de música y/o coro litúrgico.

2.3.2. Sombras

  • La falta de formación y/o de dotes musicales de las personas que prestan este servicio, a veces se convierte en un tropiezo para motivar eficazmente la participación de los fieles en la oración cantada.
  • En ocasiones, debido a respetos humanos o a desidia, los sacerdotes no les dan las debidas orientaciones litúrgicas, de modo que fácilmente, en un momento dado, pueden entonar cantos que no se correspondan con el momento litúrgico o que, incluso, sean totalmente antilitúrgicos.

A parte de las anteriores, algunas de las luces y sombras citadas con respecto a los ministerios de música y los coros litúrgicos también pueden ser válidas para los solistas litúrgicos.

3. ALGUNAS SUGERENCIAS

En la coyuntura espiritual y pastoral en que nos encontramos, el servicio del canto litúrgico puede jugar un papel crucial que ayude a muchos fieles “tibios” o “alejados”, y a la comunidad parroquial en general, a revitalizar su espiritualidad y su vivencia religiosa y litúrgica. Teniendo esto en mente, hacemos las siguientes sugerencias que podrían ayudar a organizar y fortalecer cada vez más el servicio de la animación del canto litúrgico.

  • Conformar al menos dos grupos de animación del canto litúrgico, cada uno según una modalidad distinta (ministerio de música, coro litúrgico, coro femenino, coro infantil, coro juvenil, etc.). Esto, no sólo en aras de darle participación a más gente, sino de permitir también mayor flexibilidad, variedad y versatilidad al servicio del canto, así como para evitar que la parroquia “sobre-dependa” de un solo grupo musical, y, sobre todo, para posibilitar el aprovechamiento de los músicos y cantantes en muy diversas actividades, a parte de las litúrgicas.
  • Allí donde se pueda, es importante que haya al menos un músico profesional, con una sólida formación litúrgica (que, dado el caso, el mismo párroco o uno de los coadjutores puede brindarle), y si es posible, asalariado, que se encargue de coordinar, dinamizar y formar a los distintos músicos y cantantes de la parroquia
  • Es importante hacer todo el esfuerzo posible para que los equipos e implementos (incluyendo la amplificación del sonido) de los animadores del canto litúrgico sean independientes de los que se usan en la presidencia, en el lugar de la palabra y en el atril del comentarista y del maestro de ceremonias, encargando directamente de ellos al coordinador de los animadores del canto. Esto ayudará a evitar los conflictos e inconvenientes que se suelen presentar con los equipos e implementos en los que “todo el mundo mete la mano, los unos le echan la culpa a los otros… pero nadie responde”. Y además de ello, es necesario destinar con exclusividad una pieza o un armario con llave para guardar dichos implementos, de forma que sólo el coordinador tenga acceso a ellos.
  • Es indispensable, para la buena prestación de su servicio, que los animadores del canto litúrgico cuenten dentro del Templo con un lugar apropiado: donde sean perfectamente visibles para toda la comunidad, que los arreglos florales o los de cortinas no los tapen ni les estorben, que esté debidamente organizado y presentable, que no entorpezcan el acceso a la sacristía (ver la Figura 4), que tengan fácil acceso a la planta de sonido, que no queden apretujados… en fin, un lugar donde ellos se puedan organizar con comodidad y donde no generen incomodidad para otros.
  • Es necesario poner mucha atención a la ubicación dentro del templo, no sólo del ministerio de música, sino de todos los servidores litúrgicos, de forma que, viendo desde la nave (lugar de los fieles) hacia el presbiterio, haya un equilibrio visual cuyo foco central sea claramente el altar. Esta observación se hace porque, en muchas partes, se genera una “tensión” visual hacia uno sólo de los lados del presbiterio, desde el cual se realizan casi todos los ministerios (cantar, acolitar, proclamar las lecturas, leer los comentarios, proponer las intenciones de la Oración Universal, leer la presentación de las ofrendas), convirtiendo ese lado, sin proponérselo, en el “protagonista” de la celebración o, cuando menos en un “rival” del altar. Para ello, en la Figura 4 proponemos diversas posibilidades de distribución de los servidores litúrgicos.

Figura 4

  • Es preciso que las personas que prestan este servicio conozcan, comprendan, aprecien y obedezcan los principios y las normas que regulan el canto en las celebraciones litúrgicas. Documentación sobre ello, abunda en internet; pero además, es cuestión de dedicarle tiempo a revisar las rúbricas de los libros litúrgicos, en especial del Misal, tanto las que se encuentran en el ordinario de la Misa como en el Propio de cada tiempo. Si a muchos les parece complicada la Liturgia, no es porque ésta sea difícil de comprender o porque sea difícil encontrar documentación sobre ella; es más que todo por el desconocimiento de sus normas (las cuales son bastante sencillas, claras y concisas) y por falta de interés y compromiso en documentarse sobre el tema.
  • Es necesario organizar (planear y ensayar) el servicio de la animación del canto litúrgico, para que en las interpretaciones haya una adecuada armonización de la música instrumental y de la vocal, de forma que la voz no “compita” con los instrumentos, ni una voz con otra, o un instrumento con otro. A este efecto, es muy útil: 1) que en cada ceremonia, participen solamente los instrumentistas y los cantantes que hayan participado del ensayo previo; 2) que cuando vayan a cantar varios animadores del canto, no se disponga sino uno o dos micrófonos, en sus respectivos soportes, para el conjunto del coro; y 3) modular el volumen de los instrumentos de forma que no “sofoquen” ni “opaquen” a las voces que, en todos los casos, deben ser las protagonistas del canto litúrgico. Por supuesto, lo anterior supone también disponer de un equipo de amplificación adecuadamente ecualizado y con suficiente potencia sonora.
  • Una buena forma de motivar los grupos de animación del canto litúrgico, es grabando en medio digital y distribuyendo, por lo menos en el ámbito parroquial, la música que ellos interpretan en las ceremonias, así como de canciones religiosas y espirituales no litúrgicas, lo cual no sólo ayudaría a que los fieles se aprendan los cantos, sino que sería también un soporte de la espiritualidad en la vida cotidiana de los fieles.
  • Servirse de medios audiovisuales (carteleras, fotocopias, video beam) que faciliten la participación de las personas en el canto, muy especialmente cuando se introducen cantos nuevos o poco utilizados en la comunidad. De todos modos, no partir del presupuesto (que muchas veces es más bien un prejuicio) de que “los cantos que usamos son todos muy conocidos”, pues no debemos olvidar que muchos de los fieles de nuestras comunidades van a Misa una sola vez al mes (lo que hace 10 ó 12 veces al año) o incluso menos, lo que da como consecuencia que no hayan tenido tiempo suficiente para aprendérselos. Hay que pensar especialmente en ellos, no sólo en los que vienen habitualmente a Misa. Comprendamos que si queremos atraer a más gente a participar en la Misa, es más efectivo ayudarles a que participen activa y conscientemente, que introducir con frecuencia cantos nuevos o poco conocidos, por más bonitos y llamativos que sean, pero en los cuales les toca permanecer “con la boca cerrada y los brazos cruzados”.
  • Es conveniente conformar un comité litúrgico, conformado por el párroco y por el coordinador de cada uno de los grupos litúrgicos de la parroquia. Lamentablemente en muchas parroquias cada quien “anda por su propia cuenta”, y aunque incluso las cosas puedan funcionar “bien” porque “cada quien sabe ya lo que tiene que hacer”, tal situación encubre en no pocas ocasiones un individualismo y una dificultad para trabajar en equipo (o sea, en comunión con otros y tolerando que “terceros metan su nariz en nuestros asuntos”). Esto ayudaría a conseguir una mejor organización de la liturgia de las parroquias, evitando las “sorpresas”, “irrupciones” y “descoordinaciones” que muchas veces se presentan debido a que los unos no saben qué es lo que tienen preparado los otros, así como ayudaría al crecimiento y fortalecimiento del sentido y de la atmósfera eclesial-comunitaria.


VERSIONES IMPRIMIBLES

En Scribd.com:

ElOficioLiturgicoDeAnimadorDelCantoLitúrgico1

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FUENTES: